Pero no temáis, pequeños, no os haré daño. No volveré a arrancar vuestros cuerpos a ese ritmo alterno de "me quiere, no me quiere".
Si me quiso, tiempo tuvo de decirlo.
Si me quiere, sabe cómo convencerme.
Si me querrá, una margarita no me lo dirá.
La única certeza es que me quiero, no importa lo que diga el azar de un número par o impar. Hoy disfrutaré de tu belleza sin dañar.