Si hay algo de lo que podemos presumir los castellanos es de castillos. Todos parecidos pero cada uno de ellos especial.
Son capaces de hacernos soñar e imaginar las batallas que se libraron en ellos. Resistiendo año tras año, esperando desde su punto estratégico a que las lanzas de los enemigos asomaran en el horizonte para demostrar su fuerza en la defensa. Puede que sin superioridad numérica, pero con una gran ventaja respecto a su posición. Porque no siempre gana el más fuerte.
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