Y a pesar de ello, nos empeñamos en acercarnos, en tocar y en dejar nuestra huella allá donde no seríamos capaces de imaginar. Y cada uno de nuestros pasos resulta devastador para ella.
Porque la naturaleza es dura, pero también es tremendamente frágil y quebradiza, de modo que un simple movimiento de nuestra mano puede provocar su fractura. Y aunque en ocasiones no lo muestra, se siente cansada de nosotros, ya que la ponemos a prueba una y otra vez con nuestra mera existencia. Obligada a mantenerse en un equilibrio constante para no terminar precipitada hacia el vacío.
Ella nos ha dado la vida, ha llegado el momento de devolverle el favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario