martes, 29 de abril de 2025

Canción de despedida

Cuando llegué no había joyas, ni alegres risas entrelazadas con cálidas miradas. Cuando llegué no había tiempo, persona ni espacio, era tarde para aliviar una dolencia necesariamente mortal. Cuando llegué escuché tu voz, entrecortada y tenue, ahogada entre el espesor de tus lágrimas, mientras rogabas a quien dirige nuestra vida otra oportunidad.

Soy consciente de lo aterrada que te sientes en este momento, paralizada en medio de este cruce de fríos pasillos. Me aferro a tu mano, apretándola fuerte en un intento de transmitirte calma, pero mis dedos se muestran pesados, inmóviles, dándole fin a una extremidad que hace tiempo yace inerte. Quiero decirte que está bien, he asumido este final y puedes soltar el lastre para dejarme marchar. Pero mi voz no logra despegar, quedando anidada en mi garganta, sin palabra que articular.

Recuerdo esa canción de cuna que me susurrabas al oído cuando quien tenía miedo a la muerte era yo:

“Pequeño pedacito de mi corazón,
no olvides que nos une un largo cordón,
invisible para todos excepto para nosotros dos.”

Llegó mi hora mamá, pero antes de irme pediré que mires bajo la cama una vez más, sabes que si hubiese algún monstruo no podría descansar.


miércoles, 2 de abril de 2025

La hora azul

Despierto sobresaltado, habiendo dormido más de la cuenta. Pero todavía tengo tiempo, los primeros rayos de sol no se han atrevido a comenzar su baile. 

Dije que esperaría tu regreso. Prometiste regresar. Pero a mi mente solo regresan nuestros últimos pasos y veo cada vez más claro que no cumplirás tu palabra. 

Siempre a la misma hora, observo atentamente el sendero por el que partiste, a través del ventanuco que cruzabas cada noche. Y espero durante los minutos que tarda el sol en lanzar el primer destello de la nueva madrugada, cuando el aire frío de la noche aún persiste y un delicado rocío envuelve cada superficie del exterior.

Entonces me despido de esa hora azul que inunda de tonos fríos el paisaje, dejando paso a los colores cálidos, que desvanecen un día más mi esperanza de volverte a ver.

Tú nunca volviste y yo no conseguí ser el mismo. El temido acto de hacerme mayor me arrolló, y se llevó con él todos tus cuentos y mis sueños. Siempre te recordaré, hada azul del alba.