Ya se siente la calidez de la primavera, trabajando sin descanso para teñir de nuevo los jardines con una estampa de mil colores.
Los pétalos brillantes y aterciopelados acarician la vista de quien se atreve a observarlos de cerca. Su delicada fragancia despierta nuestro olfato e inunda los sentidos que se ven saturados ante tanta belleza.
Una belleza que se antoja efímera, estacional, que cambia o incluso se desvanece con el pasar de los meses. Pero volverá para emocionarnos con los acordes de su radiante melodía, ácida o melosa, dependiendo del viento que le silbe.
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