Me zambullo por completo, creando un delicado burbujeo a mi alrededor. La piel se estremece al sentir el fluido tacto del agua invadiendo todo mi ser sin excepción. Fría, salada, tan inmensa en sí misma que se finge ignorante de su propia extensión. Sin mostrar resistencia me sumerjo en ella, saboreando la sensación que provoca el aumento de presión sobre el cuerpo a medida que alcanzo profundidad.
Vuelvo a disfrutar del silencio acuático mientras me alejo del barco en el que me tenían preso. Esta naturaleza resbaladiza me ha permitido huir de un monstruo que me sostenía entre sus manos como un trofeo, una joya más para completar la colección.
Elevo la mirada hacia la superficie, nadie me persigue. Control de daños. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho. Ocho tentáculos. Suspiro aliviado, todo sigue en su lugar.
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