Septiembre recién nacido y dicen que llueve, señal de que llegamos demasiado tarde para alcanzar nuestro destino, para romper con lo que fuimos y dejarlo todo atrás. Y no hallo refugio donde resguardarme de las miradas, donde evitar ser arrastrada por la riada, esa que baja descontrolada por el surco de mi espalda.
Esperaremos pacientemente a que amaine la tormenta, al final siempre lo hace. Y volverá a brillar el sol, para secar cada uno de los poros de esta pobre estatua condenada a la intemperie.
Entonces huiremos en busca de nuestro propio final, encontraremos la manera de escapar de las cadenas que nos atan a un lugar donde no pertenecemos. Nadie nos oirá partir, lo haremos en silencio, disimula y quédate quieto, aún no ha llegado nuestro momento.
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