El suave tic-tac del reloj marca esos minutos de la madrugada que se aproxima, que pocos conocen, y casi ninguno se detiene a observar, ya que viven con los ojos cargados de sueño interrumpido, mantenidos en una vigilia durmiente.
Pero yo estoy despierta, activa y receptiva a todo aquello que me rodea. Y es que hay momentos del día en que todo puede inspirar poesía, solo hay que escuchar con atención, sin censura y sin medida.
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