lunes, 16 de junio de 2025

El eco de tus pasos

Los pasos retumban con aplomo
sobre los adoquines romos,
su eco acompasa el sonido
de corazones latiendo a coro.

Iluminaste para mí esta calle
en tinieblas inundada antes,
y paseando por ella de tu mano
descubrí un brillo cegador.

Y me aproximé tanto a tu luz
que me creí capaz
de abrazar el sol,
de tocar el cielo
con las yemas de mis dedos.

El calor deshizo mi razón 
cada día que no te veía,
en un vaivén imposible de controlar,
imposible de expresar,
donde cada despedida era más dura,
cada vez más amarga,
más dañina.

Y más terminó siendo menos.
Cada día más pequeña entre tus brazos,
incapaz de hablar sin llorar,
incapaz de hacerte entender
la impotencia que mi garganta sostenía.

Tus pasos seguían hacía adelante
mientras mi mente permanecía atrás,
rezagada alrededor de una bruma
que impedía ver el suelo
por el que debía caminar.

Me dejé llevar por tu mano,
lazarillo que guiaba sin cuidado,
aguardando en silencio el momento
de volver a verme tropezar.

Cuando mis pies apenas rozaban
el borde de un abismo brutal,
un golpe de realidad
me hizo fuerte entre los morados,
soltando a tiempo ese lazo
con el que me ataba tu voluntad.

Entonces, lo comprendí todo,
porque no hay peor ciego
que aquel empeñado en no ver.

martes, 29 de abril de 2025

Canción de despedida

Cuando llegué no había joyas, ni alegres risas entrelazadas con cálidas miradas. Cuando llegué no había tiempo, persona ni espacio, era tarde para aliviar una dolencia necesariamente mortal. Cuando llegué escuché tu voz, entrecortada y tenue, ahogada entre el espesor de tus lágrimas, mientras rogabas a quien dirige nuestra vida otra oportunidad.

Soy consciente de lo aterrada que te sientes en este momento, paralizada en medio de este cruce de fríos pasillos. Me aferro a tu mano, apretándola fuerte en un intento de transmitirte calma, pero mis dedos se muestran pesados, inmóviles, dándole fin a una extremidad que hace tiempo yace inerte. Quiero decirte que está bien, he asumido este final y puedes soltar el lastre para dejarme marchar. Pero mi voz no logra despegar, quedando anidada en mi garganta, sin palabra que articular.

Recuerdo esa canción de cuna que me susurrabas al oído cuando quien tenía miedo a la muerte era yo:

“Pequeño pedacito de mi corazón,
no olvides que nos une un largo cordón,
invisible para todos excepto para nosotros dos.”

Llegó mi hora mamá, pero antes de irme pediré que mires bajo la cama una vez más, sabes que si hubiese algún monstruo no podría descansar.


miércoles, 2 de abril de 2025

La hora azul

Despierto sobresaltado, habiendo dormido más de la cuenta. Pero todavía tengo tiempo, los primeros rayos de sol no se han atrevido a comenzar su baile. 

Dije que esperaría tu regreso. Prometiste regresar. Pero a mi mente solo regresan nuestros últimos pasos y veo cada vez más claro que no cumplirás tu palabra. 

Siempre a la misma hora, observo atentamente el sendero por el que partiste, a través del ventanuco que cruzabas cada noche. Y espero durante los minutos que tarda el sol en lanzar el primer destello de la nueva madrugada, cuando el aire frío de la noche aún persiste y un delicado rocío envuelve cada superficie del exterior.

Entonces me despido de esa hora azul que inunda de tonos fríos el paisaje, dejando paso a los colores cálidos, que desvanecen un día más mi esperanza de volverte a ver.

Tú nunca volviste y yo no conseguí ser el mismo. El temido acto de hacerme mayor me arrolló, y se llevó con él todos tus cuentos y mis sueños. Siempre te recordaré, hada azul del alba.

martes, 4 de marzo de 2025

De verdad te has ido

Yo ya no sabría arrancar el día
sin pensar en el sabor de tu boca,
culpable de rematar a esta loca,
cuando al fin tropezó contra la mía.

Pero no era yo a quien ella quería,
nunca seré yo a quien tu mente invoca.
Si de verdad te vas, penar me toca
por no verte ya más. ¡Vasta agonía!

Empiezo a echarte de menos hoy mismo
por si de cómo hacerlo no me acuerdo
si el sol dice que de verdad te has ido.

Abrumada miro el profundo abismo,
sin rumbo fijo revivo, recuerdo,
camino de la mano de tu ruido.


jueves, 30 de enero de 2025

Cuando perdí mi mitad

Esa silueta al otro lado del cristal.
Pupilas que atraviesan con reciprocidad. 
Tan absolutamente bella, tan absurdamente normal. 

Acompañados a cada paso, como una pareja de baile que se adelanta al movimiento de su compañero incluso antes de llegarlo a pensar.

Día tras día, hora tras hora, un latido tras otro trataba de saltar de mi pecho al suyo a riesgo de nunca llegar. Pero jamás logramos sentir nuestro tacto, ya que el roce era demasiado frío y los besos no eran como los imaginados al soñar. 

Peleamos con uñas y dientes contra el cristal que coartaba nuestra libertad. Minúsculas garras, ineficaces para arañar la enorme distancia que nos condenaba a vivir a escasos centímetros imposibles de sortear.

Ya no lo podía soportar, y estallé mi ira contra esa amada mitad, rompiendo en mil pedazos la ventana que hacía más llevadera mi soledad.

Y poco a poco, dejé de creer, dejé de buscar, dejé de amar esa parte de mí que hacía sentirme algo menos animal.