El problema no está en consumir, sino en creer que tenemos esa necesidad cuando en realidad intentamos llenar un vacío que no es material, pero pensamos que la solución está en venta. Es más fácil, y puede resultar satisfactorio, temporalmente, ya que ese alivio que experimentamos no es más que el inicio de la siguiente carencia. Y así una y otra vez hasta que no seamos capaces de disfrutar de lo que tenemos porque otro nuevo deseo aplasta una vez más nuestra felicidad.
Cada cual tiene su vacío, busca la raíz del tuyo e intenta ponerle remedio. Y no olvides que aunque parezca mentira, a menudo lo que más nos llena es pasar un rato con los nuestros, y eso no tiene precio, ni siquiera en este importado y frenético Black Friday.
