lunes, 27 de marzo de 2023

Hospital de la Santa Creu i Sant Pau - Barcelona

Finos cristales dan forma a tu brillante coraza, tan frágil y delicada que vibra con mis últimos suspiros. Abro una puerta y te descubro expectante. Quieto y callado, tratando de no molestarme, dispuesto a sanar mi vida con mil colores radiantes. 

Cierro los ojos de éste cuerpo que yace casi inerte. Las fuerzas que le restan me dirigen hacia la luz que asoma a lo lejos. Tal vez allí me espere el calmado fin. 

Pero un eco se descompone entre los sonidos inconexos de este pasillo iluminado por un sol que ya no calienta. Escucho gritos, lamentos, despedidas y al fondo de ese sórdido eco, el agudo llanto de un recién nacido.

Al menos queda esperanza.


lunes, 13 de marzo de 2023

Reflejos efímeros

La naturaleza se mira ante un espejo de agua cristalina, logrando un reflejo tan perfecto que nos reta a buscar las siete diferencias una y otra vez. Un reflejo que únicamente podremos admirar desde la distancia, ya que si nos acercamos demasiado esa imagen se desvanecerá dando lugar a un millón de pequeñas piezas que puede que una vez desancladas, no vuelvan a encajar jamás.

Y a pesar de ello, nos empeñamos en acercarnos, en tocar y en dejar nuestra huella allá donde no seríamos capaces de imaginar. Y cada uno de nuestros pasos resulta devastador para ella.

Porque la naturaleza es dura, pero también es tremendamente frágil y quebradiza, de modo que un simple movimiento de nuestra mano puede provocar su fractura. Y aunque en ocasiones no lo muestra, se siente cansada de nosotros, ya que la ponemos a prueba una y otra vez con nuestra mera existencia. Obligada a mantenerse en un equilibrio constante para no terminar precipitada hacia el vacío.

Ella nos ha dado la vida, ha llegado el momento de devolverle el favor.

sábado, 4 de marzo de 2023

Miradas furtivas

Te observo en silencio, quieto, muy quieto, prácticamente inmóvil. Estudio tus gestos a través de una pequeña rendija que tallaste para mí, o para cualquiera de los curiosos amantes que se asoman para deleitarse con tu hermosa presencia. 

Te admiro desde una distancia prudente, temiendo acabes siendo consciente de mi tímida intrusión. Una distancia tan prudente que aun mirando hacia mí no serías capaz de verme. Pero sé que nunca mirarás, ya que las diosas como tú no se alteran por pretendientes mortales como yo.  

Mi respiración cada vez más superficial termina siendo un débil silbido. Ahogado por tu grandeza y a su vez alimentado por ella. Ya que cuando uno ama, basta una sola mirada para avivar la llama, y en ese instante hasta el aire deja de ser necesario para vivir.

Pero finalmente esa mirada furtiva alcanzó mi pupila, y cuando nuestros ojos se cruzaron, hablaron sin palabras como si se conocieran desde hace siglos, quizás de otra vida.