con sueño en los ojos, despeinada,
quien de mis pesadillas me libera
y me arrastra a salir de la cama.
Tu abrazo cálido me alimenta,
me inyecta chutes de esperanza
cuando pasada la tormenta,
me envuelve y besa mi espalda.
Apenas consciente de mi estela
orbito a tu alrededor con calma.
Pies en La Tierra, su giro me lleva
y bailamos nuestra invisible danza.
Ardiente mirada tuya que ciega
cuando se te enfrenta de cara,
durante el estío mi piel quema
y busco asilo bajo sombra aliada.
Noche oscura cae en la estepa,
quedando sumida en la nada,
y la fría ausencia de mi estrella
inquieta mi alma enamorada.
¿Será qué apagaste tu luz
que no hallo tu rostro en el cielo?
¿Será que ofendí tu virtud
por resguardarme de tu fuego?
Tal vez fueron absurdos celos
al verme por La Luna rondada,
quien con susurros de fina plata
elevó con mil mareas mi barca.
Pero con ella no quise bailar
y furiosa me empujó al abismo,
sin remedio me hizo naufragar
para no disfrutar más de tu brillo.
Regresa e ilumina mi último suspiro.
Mi voz se ahoga sin pronunciar
que eres tú mi astro favorito,
al cual jamás podré dejar de amar.