sábado, 15 de marzo de 2014

Tras el disfraz

En ocasiones, lo que los demás ven de nosotros es un simple antifaz que poco tiene que ver con la realidad. Nos centramos en las apariencias, dejando de lado los sentimientos que afloran de gestos mucho más profundos, que muy pocos son capaces de percibir, y mucho menos de interpretar. 

Son escasas las personas que nos conocen de verdad, que se han preocupado de mirar un poco más allá de nuestro disfraz y han conseguido que derribemos esa muralla que hemos creado a nuestro alrededor. Porque tenemos miedo de sufrir, tememos que nos invadan y tememos que nos derrumben. 

Pero a veces hay que perder nuestros temores y dejar entrar a esa persona con la que podemos ser nosotros mismos, y olvidarnos de máscaras y artificios. 








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