Los carnavales son muy especiales para los niños, pero esto no significa que los adultos no los podamos disfrutar.
¡Al contrario!
Debemos permitirnos un respiro. Volver a sonreir y divertirnos como lo solíamos hacer. Juguemos a ser otro.
Por un día, aprendamos de los más peques y pongamos al mal tiempo buena cara.
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